Las costumbres y tradiciones son un reflejo de la forma de vida. Estas aquí descritas, han sido recuperadas, tras largas tertulias con las gentes más mayores del pueblo lo que pretenden además de conservar lo que todavía perdura en la memoria de estos, reflejar también una forma de vida de no más de 50 años atrás, una vida que se podría desarrollar en cualquiera de los pequeños pueblos cerealistas de Castilla y León.
Unas condiciones de vida duras afrontando las elevadas heladas del invierno, que ya las propias estructuras arquitectónicas de las casas las reflejan. Vidas duras de trabajo y sacrificio.
Ahora que en cualquier pequeño pueblo no quedan apenas 10 personas, imaginémoslos con 600 personas, con unas escuelas repletas de niños, con médico, veterinario, sacerdote, posadas, tabernas, fraguas…… Todo esto en tan pequeño espacio. Esto nos hace pensar, en unas formas de vidas que aunque duras, estaban cargadas de más convivencias, anécdotas y de mayor contacto humano.
FIESTAS DE MUCHACHOS
Aguinaldo
El día de reyes, los niños pasaban por las casas, para pedir lo que se llamaba “El aguinaldo”, la gente daba lo que disponía en sus casas como: higos, nueces, turrón, dinero…..
Además de los familiares lo daban, el Cura, el Secretario y el Sacristán, antes de los años 1950, posteriormente hasta los años 70 quedó reducido a los familiares.
A los niños/as hasta los 14 años (los que iban a la escuela), los encerraban a todos en una calle o corral, se ponían en fila y según iban saliendo uno a uno, para evitar que el mismo niño/a recibiese dos veces el aguinaldo se le iba dando el Cura y Secretario una perrilla (5 céntimos) o perragorda (10 céntimos), ¡esto ya era mucho! ; y el Sacristán una barreta de guirlache, por ser éste además confitero.
El aguinaldo de los familiares era: higos, nueces, castañas, que se iban acumulando en una cesta.
San Blas
Se celebraba el 3 de febrero. Lo celebraban únicamente los niños que iban a la escuela. Ese día se hacía fiestas para todos. Los niños, salían a pedir también por las casas, tocando, tambores y carracas. Se les solía dar huevos, tocino, patatas… Los niños y niñas hacían baile en la plaza con los tambores y las carracas, que se guardaban para esta ocasión.
Jueves Lardero
En este caso, la merienda se hacía también con los maestros.
Los niños iban en cuadrillas a merendar al campo, generalmente a donde tuvieran los corderos pues casi todos los vecinos tenían ovejas. Por lo tanto se juntaban a merendar en las parideras.
FIESTAS DE LOS QUINTOS
Cumplidos los 20 años, todos los mozos se tallaban en el ayuntamiento, el que los tallaba era el sindico (Persona del pueblo que no tuviera ningún cargo, Alcalde, Secretario… ni familiar que se tallase)
El que llegase a la talla establecida y no alegaba ningún impedimento los consideraban útiles para el servicio militar. Aquel que no llegaba a la talla mínima establecida o ponía algún impedimento tenía que pasar por el reconocimiento del síndico.
Del resultado del reconocimiento se consideraba a aquel mozo útil o inútil
Los principales impedimentos eran:
– Ser estrecho de pecho
– Tener padres mayores de 65 años y sin hermanos mayores o estos estar casados.
– Ser hijo de viuda sin hermanos mayores.
– Ser hijo de familia rica, estas libraban a sus hijos de la mili previo pago de cierta cantidad de dinero.
La incorporación a filas tenía lugar al año siguiente de haber sido tallados, por lo tanto se iba al ejército, cumplidos los 21 años.
Como constancia de su incorporación a filas pintaban en el juego de pelota “VIVAN LOS QUINTOS DEL AÑO X.” (X=año del nacimiento de los quintos).
Los quintos eran los encargados de poner el Judas el Sábado Santo por la noche. Se ponían dos maderas de las más grandes, unidas por sogas; en el extremo más delgado se colocaba el Judas. Se hacia un agujero de aproximadamente 1 metro, en el centro de la plaza y se “retacaba” con piedras y tierra para que no se cayera.
Durante la posguerra no se sabía lo que iba a durar la mili, llegando a pasar 4 ò 5 años en ella. Según decían se marchaban siendo jóvenes y volvían hechos hombres.
Después de haber sido tallados y de entrar en caja, en Iruecha, todos los quintos juntos, hacían una merienda que duraba de 8 a 15 días. Generalmente solían juntarse de 20 a 30 quintos cada año. Se sorteaba, para ver en qué casa se iba a hacer la fiesta. Pasaban por todas las casas del pueblo e iban pidiendo a los vecinos. Con lo que estos les daban compraban una oveja “machorra” (oveja estéril) y con ésta comían todos los días. Además las mujeres amasaban pan y hacían unos rollos con harina, azúcar y aceite. Los mozos cuando iban al baile solían llevarles alguno de estos postres a las mozas con las que bailaban.
Los quintos invitaban a dos o tres “tocadores” (instrumentistas de cuerda de guitarra o bandurria) y se hacía baile por las noches, al cual acudían las mozas del pueblo.
Algunos quintos no iban a sus casas a dormir pasando todas las noches de juerga.
TRADICIONES RELIGIOSAS
La religión marcaba por aquellos años una forma de vida. La influencia se podía notar en las fiestas, en el trabajo, y en la propia conducta de la vida, como podremos ver más adelante.
BAUTIZO Y COSTUMBRES PARA EL CUIDADO DEL BEBÈ
Se solía bautizar a los niños a los pocos días de nacer. La madre, no podía salir de casa, porque estaba considerada como pecado, hasta que no pasaran 40 días (podríamos pensar, que esto fuera una cuestión biológica o religiosa o ambas a la vez)
Algunas veces la misma mujer que actuaba de “Tetera” (la que daba la primera leche al niño, pues era una leche menos densa) se veía con la necesidad de derramar el agua bautismal sobre la cabeza del recién nacido, por temor a su muerte inmediata, diciendo: “ Yo te bautizo en el nombre del padre del hijo…”
No se hacía gran cosa para los bautizos, primero se iba a la Iglesia para el bautizo y luego se iba a casa y se tomaban unas galletas y chocolate.
A la iglesia llevaban una jarra con agua caliente que cuando llegaban a ella la mezclaban con la de bautizar el cirio (agua bendita) para que estuviese templada. También se llevaba una toalla y la madrina una vela que dejaban en la Iglesia.
El Señor cura salía a la puerta del cementerio de la Iglesia a recibir a la madre y a la criatura. Al sacristán se le daba una torta de anisillos para el bautizo. A los niños bautizados se les ponía un faldón con bordados en la parte inferior o con unas puntillas, un gorro bordado con lazos y pasa cintas. Cada familia solía tener un faldón que heredaban de madres y abuelas.
Los niños se vestían con la camisilla, la 1ª sin mangas y la segunda con mangas. En el ombligo se colocaba “la fajilla” que era como una especie de venda con un agujero en un extremo por el que se introducía el otro extremo. Después el pañal y la mantilla que se sujetaba con el fajero. Como no había chupetes se hacía una muñeca de azúcar; para ello se cogía un trapo limpio al que se echaba azúcar y ataba haciendo como una forma de teta.
Cuando empezaban a salir los dientes para que no les doliese la barriga se cocía agua con anises y también se daba a chupar como si fuese un chupete.
Los niños dormían con los padres mientras se les daba el pecho que solía ser alrededor del año, con lo cual se facilitaba las primeras lactancias sin tener que levantarse de la cama por la noche y evitar que el niño se enfríe.
El día del Corpus se hacía un altar. A ese altar se aproximaban las madres con sus hijos para que el cura les diera la bendición. El altar se hacía en la plaza y se adornaba con colchas y con “tiestos», en la mesa se ponía una sábana de las más bonitas que tenían, con puntillas y bordados, y con un almohadón para que el cura se arrodillara, también se le dejaba un vaso de leche encima de la mesa, para que se lo tomara, pues el sacerdote solía venir cansado de dar misa en otro pueblo. El encargado de hacer el altar era el “piostre” que en la procesión llevaba el “cetro del Señor”, este era el que mandaba en la Hermandad del Señor y cada año le tocaba a uno
La Hermandad del Señor era una cofradía a la que comenzaban a pertenecer todos los que se casaban, en el caso de ser viuda se inscribían la madre y un hijo. Las funciones que esta tenía eran:
– Poner el monumento en Semana Santa
– Gestionaba la finca del Señor que era una finca de una hectárea cuyos ingresos paliaban gastos de la Iglesia.
– Era el encargado de pasar lista en los entierros en el cementerio y si faltaba alguno de los de la cofradía se le ponía una multa.
– Se encargaba de cavar la sepultura cuando alguien moría.
OFRENDA DE AGRADECIMIENTO
Si alguna mujer había pasado alguna enfermedad o tenía que agradecer por algo que se le había concedido, como gratitud portaba durante todo el año un hábito o vestido que previamente tenía que ser consagrado por el sacerdote. Disponía de dos hábitos para intercambiar cuando se ensuciaban. Atado a la cintura, se colocaba un cordón que podía ser comprado o en caso de no disponer de dinero se hacía a forma de trenza de lana y con una borla al final. Cuando se acababa el año era quemado en una lumbre.
Si eran mozas tenían prohibido bailar durante el tiempo que llevaban el habito, únicamente podían ir al baile para mirar, pero nunca para bailar.
De la misma forma las ”hijas de María” tenían prohibido bailar un día al mes, en el que hacían una comunión especial.
El color del hábito variaría en función de a quién iba dirigida la ofrenda, así:
-Azul si era a la Inmaculada
-Marrón a la Virgen del Carmen
-Morado al Corazón de Jesús.
LUTO
El luto duraba 3 años y un año más se llevaba el medio luto que se llamaba “alivio luto», este combinaba el blanco con el negro.
El luto lo llevaban mayormente las mujeres, los hombres llevaban únicamente un brazalete negro.
En el caso de las mujeres, estas iban todas de negro con un velo tapando la cara en determinadas ocasiones. El día de jueves Santo todas las jóvenes se vestían de luto para la procesión del “Mandato”. Se sacaba en procesión un paso de Semana Santa y se recorría desde la Iglesia a la fuente, a la laguna y a las eras del pueblo, volviendo de nuevo a la iglesia.
BENDICIÓN DE LOS CAMPOS
Se hacía el primer domingo de mayo fecha en la que los trigos se encontraban al comienzo del espigado y era el momento a partir del que se definía la cosecha. En función de la zona donde tocara sembrar se hacía en un sitio u otro.
Desde los puntos donde se bendecían se veía gran extensión de cultivos y en estos lugares se encontraba una cruz grande de madera y todo el pueblo acudía aquí en procesión.
El sacerdote iba nombrando todos los Santos de uno en uno y la gente contestaba “Hora pronobis… ” , entonces se iba colocando en la cruz unas bolas de cera al norte, sur, este y oeste, para que así estuviera todo el termino bendecido.
ANIMAS BENDITAS
Todos los días del año, se tocaba una campanilla al anochecer por todas las calles del pueblo y se rezaba un padre nuestro cada vecino en su casa. Generalmente la persona encargada de tocarla lo hacía durante todo el año y era por algún ofrecimiento.
Cada familia tenía dentro del recinto de la iglesia su espacio para su sepultura, donde se habían enterrado a sus antepasados. Allí era donde cada día las mujeres arrodilladas rezaban a sus difuntos, con una “tabla” (trozo de madera con una vela enrollada). Cada una de las mujeres llevaba su silla, una silla pequeña de madera y de mimbre, que colocaban en su lugar fijo de la iglesia.
La misa se rezaba toda en latín, en un momento dado el sacerdote se acercaba a cada una de las “tablas” encendidas y decía unas oraciones, estas serían cantadas o solo rezadas, en función de lo que se echara en el cestillo:
– Si echabas “perra gorda” cantada.
– Si echabas media “perra gorda” decía solo el responso sin cantar.
Esto lo hacían únicamente todos los días aquellas que el familiar había fallecido hace tres años como máximo, que era lo que duraba el luto.
Dentro de la iglesia las mujeres y los hombres se colocaban separados; las mujeres en la parte delantera sentadas en las pequeñas sillas, y los hombres detrás.
El día 1 de Noviembre, día de Todos los Santos, se colocaba en la iglesia lo que vulgarmente llamaban “el Anima Coja”, que era un cajón negro con una calavera blanca dibujada, se ponían cuatro velas a los lados e iban todos a adorarla, algunos comentan que daba un poco de miedo porque se hacía por la noche y el color negro del cajón y la calavera causaban mucho respeto, sobre todo los que la recuerdan siendo niños por entonces.
DOMINGO DE ROSARIO
El primer domingo de Octubre se sacaba en procesión a dos Vírgenes (la Virgen del rosario y la Virgen de la Cabeza). Posteriormente en la iglesia se subastaba en las dos imágenes por separado uvas, pollos, panales de miel, conejos, trigo,… para sacar dinero para la iglesia. También se hacían meriendas en grupos y cuadrillas separadas el que ese año tenía la carnicería daba un cordero para hacer la merienda, al salir del rosario se tomaban todos unas sardinas arenques.
Hoy en día todavía se conserva la procesión, tomar las sardinas arenques al salir del rosario, y al final, todos juntos hacen una merienda.
SAN ROQUE
Cuando había alguna “peste” en el pueblo, como por ejemplo sarnas, enfermedades de cuadros patológicos de gran mortalidad,… se hacían novenas en San Roque que es la ermita del pueblo.
De la misma forma, el día de San Roque, se iba a esta ermita para celebrar la festividad.
REZO DEL ANGELUS Y DE LA AURORA
Al amanecer se tocaba el Ángelus, normalmente era la hora en que la gente se levantaba; entonces se rezaba el ángelus, comentan que las familias lo rezaban en la cama.
El rosario de la Aurora tenían costumbre rezarlo cuando se pedía lluvia, también se hacía al amanecer y se repetía todos los días hasta que lloviera. Hay que recordar que entonces la dependencia de la climatología les hacía estar todo el año mirando al cielo.
SANTA RUFINA
El 10 de Julio se celebra Santa Rufina, este día como costumbre se arreglaban los caminos, se limpiaban de piedras y ramas, también se limpiaban los aguaderos… Esto se hacía para preparar la faena del verano de “acarrear” la mies a las eras del pueblo.
HOGUERA DE NOCHE BUENA
La tradición de encender hogueras tiene que ver con el solsticio de invierno, posteriormente cristianizado y dedicado al nacimiento de Cristo, 24 de diciembre.
En 1970 todavía se mantenía la costumbre de encenderla en la plaza en forma de carbonera, cantaban villancicos y bailaban alrededor de ella. Para ello los chavales, una vez que salían de la escuela y hacían las tareas asignadas por sus padres; como ir a por agua a la fuente, coger paja para los corderos, llevar a las mulas a abrevar,… Iban al monte a cortar ramas, principalmente de sabinas que acumulaban en el corral y cortijos de la casa del cura.
ENTIERROS
No se llevaban a la iglesia los difuntos sino que el sacerdote iba a la casa de éste y se llevaba al cementerio directamente. Se hacían tres paradas en el camino, se cantaba el “miserere” en las dos primeras y en la última que era en “Egío Pilón” se rezaba la “tremenda“, colocando el féretro en una mesa de madera. Todo esto se decía y cantaba en latín.
Los niños que morían y no habían sido bautizados, tenían un lugar diferente en el cementerio, pues éstos se consideraban que iban al “limbo”.
LA MATANZA
Es curioso el dicho “del cerdo se aprovecha todo”. Bien lo sabían los vecinos pues todos disponían de al menos un cerdo para proveerse de carne para pasar el año. En agosto traían de Maranchón un grupo de 30 o 40 cerdos pequeños, los llevaban entre 3 o 4 personas que portaban en las manos trallas para manejarlos como si fuera un rebaño de ovejas, cuando llegaban al juego de pelota, extendían a puñados cebada para que los cerdos permanecieran quietos y era cuando los vecinos del pueblo seleccionaban los que querían comprar. Lo mismo se hacía con las mulas que las traían también en grupos, llamadas “muletas”. Durante todo el año los alimentaban con desperdicios de comida y algo de pienso, también les daban, bellotas, remolacha, gamones que previamente los cocían, había un refrán que decía: “ El gamón hace muy buen jamón «. Era curioso que los cerdos permanecían por la noche en los cortijos, separados estos de las viviendas, pero por la mañana cada vecino les echaba la comida en el portal de sus casas, en lo que se llamaba “gamellón” y cada cerdo iba de su cortijo corriendo al portal de la casa de su dueño.
La matanza duraba dos días, para esto también se mataba una oveja, porque se aprovechaban las tripas de ésta para hacer las morcillas. La noche anterior se cortaban las migas, se hacían los preparativos y se iba a por leña. Los niños marcaban el preámbulo de la faena, tocando las «corbeteras» de hierro oxidado por las calles. Generalmente la matanza era considerada como un día de fiesta, todo el que convidaba a la boda invitaba a la matanza también.
Por la mañana del día de la matanza, se iba a por aliagas y cambrones para socarrar la piel del cerdo que posteriormente sería limpiada con las corbeteras (en este caso de porcelana) y cucharetas. Los niños solían jugar con la vejiga de la orina que inflaban de aire con una paja y luego la hacían explotar contra alguien para hacer una gracia. El cerdo se mataba en la “artesilla” (que había dos en el pueblo y había que pedirla con dos días de antelación), poniéndolo encima de ella; entre varios sujetaban al cerdo, los niños solían coger fuerte del rabo, y el más decidido era el que clavaba el cuchillo de doble filo, recogiendo la sangre en un recipiente que solía ser un balde de zinc. Dicha sangre se utilizaba para hacer las morcillas
Había distintos tipos de morcillas:
– Bodrio: La parte del intestino grueso, a la piel se le llama morcillón.
– El cagalar: era la más buena, por eso el dicho de “ el cagalar, a muchos se le brinda y a pocas se le da «.
– La ciega: era la parte de los ciegos
Las morcillas se metían en una caldera de cobre para cocerlas, clavaban de vez en cuando una aguja para que no se reventaran. Como tradición, normalmente la novia tenía que fregar la caldera.
Como postres ese día se hacían “tostones», que consistía en un trozo de pan al que hacían pellizcos y se les echaba manteca o aceite y luego azúcar que quedaba en los huecos. Se daba con los tostones una copa de aguardiente.
El cerdo se colgaba con el “Camal”, (palo con hendidura en los dos extremos para atar las patas), y con el cuchillo de matar que tenía dos filos se iba descuartizando al cerdo. Por la noche se jugaba a las cartas al juego de la brisca.
FERIA DE SAN JUAN
El día de San Juan (24 de Junio) se hacía una feria en el pueblo, normalmente en el juego de pelota. Los mercaderes solían venir de Maranchón, colocaban en el suelo los productos que normalmente eran aperos y utensilios para las labores del campo en del verano (siega, acarrear la mies, trilla…), por lo tanto se vendían horcas, palas, sombreros de paja, acarreaderas, sogas, etc.
La víspera del día de San Juan, los mozos ponían flores en las puertas a las mozas, de esta manera las cortejaban. También comentan que algunas mozas por la mañana no eran flores lo que encontraban sino cardos.
El día de San Juan era costumbre que las mozas al salir el sol, se lavaran en la laguna la cara para estar blancas, y por lo tanto estar más guapas, pues entonces lo estéticamente atractivo era la piel blanca, por eso las más hermosas de piel eran las pastoras de verano ya que no les daba el sol, pues cuidaban el rebaño por la noche, y además se lavaban la cara con leche para tener la piel más blanca y más fina.
ESQUILO
En el pueblo solía haber una cuadrilla de esquiladores que se dedicaban a esquilar todas las ovejas del pueblo con tijeras, con la lana se hacían: jerséis, calcetines, vestidos.
Había viudas o hijas de viudas que se ganaban la vida hilando porque no tenían ingresos por otra vía.
Por la mañana se comían sopas de pan (pan, huevos, ajos, pimentón) y sangre de cordero con huevo y cebolla. Para almorzar huevos fritos y jamón, para comer arroz con carne frita de cordero, y de postre era típico hacer las” flores “con miel que se hacían con unos moldes de metal sobre una masa de harina.