Un Rosario de cristal ilumina Iruecha.
Al anochecer del domingo, del penúltimo fin de semana de agosto, tiene lugar el tradicional Rosario de faroles, una solemne procesión por las calles del pueblo y eras del juego de pelota (dónde el día anterior se ha representado la Soldadesca), en la que los participantes, cada uno con un farol, van cantando el rosario a la Virgen.
No sabemos en qué fecha comenzó a celebrarse este devoto y bello acto de piedad mariana. Su inicio pudo estar en el tedeum o acción de gracias que toda celebración de una victoria militar llevaba consigo en la edad media. Es significativo el hecho de que el único lugar por donde la procesión se aleja de las casas del pueblo sea precisamente por el lugar de la conmemoración de la batalla, pues el tedeum, la celebración religiosa debía hacerse en el lugar mismo donde se había producido el “milagro”. Con el tiempo, la acción de gracias a La Virgen, acabó convertida en el Rosario de Faroles que todos conocemos.
Hasta 1909 no se hace mención de él, y desde entonces se viene celebrando, sin interrupción, todos los años.
Tradicionalmente se inicia en la bella iglesia de San Juan Bautista y recorre la parte alta del pueblo, siguiendo siempre el mismo itinerario.
Ochenta faroles de diferentes formas y colores salen en procesión acompañando a la imagen de la Virgen, que es llevada en sus andas convenientemente iluminadas. Un total de sesenta y cinco corresponden a una parte completa del rosario: [cinco misterios, cinco ‘pater noster’, cinco ‘gloria patri’ y cincuenta avemarías], a los que hay que agregar la cruz, el estandarte, el farol peana, dos faroles de la Virgen de la Cabeza, dos del Sagrado Corazón y ocho de los Santos.
El espectáculo que ofrece la multitud devota de hombres y mujeres (chicos, jóvenes y mayores) en un día todavía caluroso de agosto, apenas entrada la noche, recorriendo cada uno con su farol las calles del pueblo, es ciertamente emocionante y bello. Se trata de un momento sin duda inolvidable para todos los participantes, y especialmente para los hijos de Iruecha, que lo viven con emocionado cariño y sentida devoción.
Los faroles, fabricados en su origen artesanalmente, han sido todos restaurados recientemente con la ayuda de la Delegación Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y León, modernizándose también su sistema de alumbrado. Merece la pena contemplarlos en toda su belleza y luciendo su mejor cara.
El Rosario de faroles acabará su recorrido de donde partió, en la Iglesia, donde todo el pueblo entona La Salve, uno de los momentos más conmovedores, sino el que más, de todas las fiestas de Iruecha.